Viognier es la variedad de uva blanca que lo produce. Una variedad redescubierta a partir de las excelentes elaboraciones de la zóna del Ródano, pero que estuvo a punto de desaparecer durante el siglo pasado. Hoy día va ganando adeptos con vinos delicados, elegantes y aromáticos.
No obstante, no todo son alabanzas, su principales defectos son por un lado, algo secundario para el consumidor, trartase de una uva difícil de cultivar, de poco rendimiento, de maduración tardía y con un mal envejecimiento. Y por otro, y fundamental para el consumidor, la de tener fama de vinos caros por ser una variedad más bien minoritaria y exclusiva. Algo a lo que que tampoco ayuda nada la moda actual de fermentar en barrica los blancos, para lo que la viognier se presta muy bien, dándole aún más su aire de exclusividad, mejorando su envejecimiento e incrementado en consonancia su precio.
Por eso me parece genial lo que ha hecho Casa de la Ermita. Elaborar un vino interesante, pero sin nada innecesario, a un precio más que aceptable de aproximadamente cinco euros la botella. No sé si en este acierto tendrá algo que ver el clima de Jumilla que haga más sencillo el cultivo de la uva, sobre todo en la parte de acelerar su maduración, y por tanto reduzca costes y gastos por problemas en las cosecha. Sin más, vamos al vino.