domingo, 16 de junio de 2013

Viña Ardanza Reserva 2004

Nota de cata


He comentado en algunas ocasiones en este blog que durante los últimos años si lo tuyo era el tempranillo de toda la vida estabas acabado en el mundo del gafavinismo. Y ha sido así, principalmente porque la crítica, tanto la propia, como sobre todo la foránea, se ha dedicado a encumbrar a la cima a lo que se han llamado vinos de autor aka. vinos de alta expresión: vinos muy potentes, con mucho aroma, con mucho color, con mucho cuerpo, con mucho alcohol, con mucha madera, con mucha fruta, con mucho mucho. Dejando, en este tiempo, a un lado a los que ahora se han llamado vinos clásicos aka. vinos de toda la vida: vinos equilibrados, sedosos, suaves, sencillos de beber, pensados para el consumidor y no para el crítico, ... 

Esto ha sido especialmente significativo, por su trayectoria vitivinícola, en La Rioja. Sin embargo, desde finales del año pasado, parece que existe una inversión en la tendencia, motivada en gran medida por el cambio de catador para España de la revista del ínclito Robert Parker: The Wine Advocated. ¿Y en qué consiste este cambio? Pues básicamente en que se vuelven a encumbrar los vinos que anteriormente se habían dejado caer, es decir, principalmente los creados por los productores de Rioja Clásicos: Marques de Riscal, La Rioja Alta, López de Heredia, etc. Así que  hoy vamos a rendir homenaje a uno de esos Rioja Clásicos: Viña Ardanza Reserva 2004 de La Rioja Alta S.A.


La principal característica de este tipo de vinos clásicos es la larga crianza en barricas de roble usado y el largo reposo en botella que se les proporciona. Para que nos entendamos, cuando hablamos de un tinto reserva estamos hablando de un vino con 36 meses de envejecimiento, de los cuales, al menos 12 meses deben ser en barrica y el resto en botella. Lo más usual es que un reserva tenga unos 18 meses en barrica y 12 meses en botella. Sin embargo, los reserva rioja clásicos duplican fácilmente esos tiempos y lo normal es encontrarse vinos con 36 meses de crianza en barrica y 36 meses en botella, o más. Y son estas larguísimas crianzas las que proporcionan al vino clásico sus matices: poca tanicidad, gran acidez que aporta frescura, equilibrio, sabores delicados, aromas suaves... y también una pérdida de color y de carga frutal (de las que los acusan sus detractores).

Centrándonos en el Viña Ardanza, podemos decir que es un vino que no se elabora todos los años, sino que únicamente, como todo buen reserva clásico, se elabora cuando la añada alcanza la calidad suficiente para crear un vino óptimo para la guarda. En este caso la cosecha de 2004 fue excelente, tras un 2003, por exceso de calor, y un 2002, por exceso de humedad, sin producción óptima. Para su elaboración se usa un 80% de tempranillo de 30 años de edad y un 20% garnacha de viñas viejas plantadas en vaso a 600m. de altitud. 

Su proceso de elaboración se inicia con vendimia manual selectiva en cajas y transporte refrigerado hasta la bodega. Fermentación alcohólica en depósitos de acero inoxidable durante 14 días y 21 días de fermentación maloláctica. Tras las fermentaciones pasó a barrica en abril de 2005. El tempranillo tuvo una crianza de 36 meses en roble americano de 4 años de edad, mientras que la garnacha tuvo una crianza de 30 meses en barricas de 2 y 3 años de roble americano. En este periodo de tiempo han sido trasegados manualmente en 6 ocasiones. Finalmente, en diciembre de 2008 pasó a botella, donde permaneció reposando otros 36 meses más. En total, casi 7 años entre elaboración y envejecimiento. 

En su cata encontraremos en copa un vino color rojo cereza limpio, de capa media, que nos permitirá un buen paso de luz a través de la copa. Ribete rosáceo propio de la larga crianza. Tiene una nariz bastante expresiva y con una intensidad media, incluso media-alta para tratarse de una elaboración clásica. En ella destacan primariamente los aromas tostados de las maderas, que depende a quién le recordarán al café, al chocolate, al clavo, a la vainilla... como aromas secundarios, principalmente tras la aireación, encontraremos los aromas de frutas negras maduras. Por último, en boca, es un vino suave, de gran acidez, lo que le aporta frescura, con taninos muy pulidos, poco perceptibles, que invitan a seguir bebiendo y disfrutando de un vino totalmente agradable. Sin duda, este vino representa perfectamente la elegancia de la elaboración clásica. 

Por último, a modo de corolario final, mi sincera opinión: prúebalo. Este es un vino con V mayúscula y con una relación calidad-precio altísima. Es más, independientemente de que ahora cuatro yankees se hayan decidido a poner este estilo de hacer vino nuevamente de moda, si te gusta el vino, no conoces Viña Ardanza y no te animas a probarlo, te estás perdiendo un pedacito de la historia de viticultura y de una forma de entender el vino. Si ya lo conoces y te gusta, tonto serás si no te haces con una caja. Y por cierto, si los probáis y os gusta, animaros con un Viña Tondonia Reserva 2001.

¿Cómo tomarlo?


A 17ºC en una copa de tinto amplia y que retenga adecuadamente los aromas.

¿Con qué acompañarlo?


De un buen asado de cordero o de unas chuletillas de cordero a la brasa.

¿Dónde comprarlo y cuánto me va a doler el bolsillo?


Este es un vino relativamente sencillo de conseguir. Entorno a los 20€ lo encontrarás en hipermercados. Si lo quieres un poco más asequible, online lo tienes a 16,45€ de oferta.

Valoración

1 comentario:

  1. Gran vino, a un precio relativamente asequible para ser un reserva...Como siempre Rioja, Precio y Calidad.

    Gran Blog.

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