miércoles, 27 de marzo de 2013

A. Diehl Dornfelder Lieblich QBA 2012

Nota de Cata

A. Diehl Dornfelder Lieblich QBA 2012

En el mundo del vino muchas veces se cumple eso de menos es más, sobre todo en los comienzos del recorrido. Y por eso, por la creencia de que en muchas ocasiones menos es más, hoy vengo a hablar de una forma de hacer vino que, por diferente de lo establecido como canon en el resto del mundo y por simple, me parece que consigue unos vinos muy adecuados para aquellos que se quieren introducir en el mundo del vino.

Alemania, a diferencia de España, en su gama media-baja de vinos es simple como el mecanismo de un chupete: ni complejos retronasales, ni postgustos, ni aromas secundarios, ni cuero, ni madera, ni tostados, ni regaliz, ni madreselva, ni penes en vinagre con tirabuzones. 


Por contraste, en nuestra España tenemos una obsesión por producir vinos de 6€, o menos, para sibaritas del vino. Vinos redondos, con retronasales intensos, postgusto largo, taninos integrados, lágrima en copa, color intenso... obsesión que algunos consiguen y otros simplemente se quedan por el camino. Porque claro, hacer vino de 6€ con pretensión de uno de 60 tiene su dificultad y no siempre sale bien. Pero es que yendo a la mayor, conseguido ese vino para sibaritas a precio de Don Simón, tenemos que el vino se convierte en algo complejo. ¿Quién querría, a priori, de buenas a primeras tener en su boca un líquido que huele y sabe a cuero, madera, minerales y/o especias? En serio, es para planteárselo. Si llevas años bebiendo vino es muy probable que gustes de cierta complejidad en el vino, incluso, que aprecies los vinos con garnacha del Campo de Borja que decíamos el otro día, que flipes con los sabores minerales, que te encanten los postgustos que permanecen varios segundos en tu boca... pero si acabas de empezar, seguramente no.

Y es que el vino es como el sexo: si en tu primera vez pasas de lo básico y te vas al sexo anal colgado de un arnés, seguramente no te gustará. Y lo que es más importante, te vas a perder muchas cosas por el camino.

Sin embargo, Alemania tiene también su talón de Aquiles, su Némesis, el motivo por el que todos los gafavinistas cuando les hablas de vino alemán te miran por encima del hombro. Sí amigo, no es bueno que presumas de que te gusta el vino alemán entre entendidos del vino, porque estos te tirarán a la cara lo que para ellos es un sacrilegio: el azúcar.

Y no, no es que los alemanes sean más o menos golosos, sino que su forma de elaborar vino (su forma más tradicional) puede incluir la adición de azúcares en varias partes del proceso.

Para empezar, los alemanes tienen la costumbre (erradicada en España mediante ley, salvo en las excepciones que la misma contempla y salvo aquellos productores que a escondidas se la saltan) de añadir azúcares al mosto antes de que este inicie su fermentación. ¿Por qué? Básicamente porque la uva en Alemania (y en general en el norte de Europa) no madura igual que en España (y en general que en el sur de Europa). De tal forma que esas uvas menos maduras tienen mucha menos concentración de azúcar, lo que produce vinos con menor graduación alcóholica, a la par que la falta de maduración de la uva crea vinos desestructurados por excesivamente ácidos. De resultas, los germanos (y otros productores europeos, incluídos algunos del norte de Francia) usan lo que se conoce como chaptalización. Es decir, añadir azúcares, bien sea en forma de sacarosa, o bien sea mediante mosto concentrado, para que de esta forma puedan producir vino con más graduación (similar a la de los vinos del sur) y que además reequilibren la acidez descompensada. Y amigos, esto es algo que un gafavinista no puede permitir, porque además los alemanes tienen la desfachatez de permitir este proceso de adición de azúcar hasta lo que sería su equivalente a los vinos con denominación de origen, lo que ellos llaman QbA. Este es un tema, el de la chaptalización, que lleva generando controversia en el mundo del vino europeo en los últimos 200 años, con lo cual, puedes imaginar lo que supone para los entendidos. Por cierto, ¿qué pensarán los entendidos de las bodegas patrias que usan ósmosis, o técnicas como la evaporación en vacío o la crioextracción para aumentar la concentración de azúcares en el mosto y que por cierto también es algo regulado por ley? Mejor no preguntar :)

Pero, por si esto fuese poco, aún hay más, porque la tradición alemana, como he dicho al principio, busca los vinos amables y fáciles de beber, con lo que existe otra técnica más donde los azúcares intervienen, eso sí, ésta es exclusivamente alemana, es lo que se conoce como süßreserve. Que consiste en sencillamente reservar una parte del mosto original con el que se hace el vino, nunca más del 15%, y añadirlo al final, una vez concluye la fermentación, para producir dulzor en el vino. Y esta tradición, no te lo vayas a peder, es permitida incluso en el más alto nivel de calidad de vinos alemanes, los vinos QmP, es decir, en los vinos sin chaptalizar donde la fermentación se produce únicamente con los azúcares presentes en el vino. 

A mi, por si no ha quedado claro, me la trae al fresco que chaptalicen y, es más, me encanta la idea de la süßreserve porque al final sirve al propósito básico de la mentalidad del vino en Alemania: crear vinos sencillos, fáciles de beber y que gusten al mayor número de personas posibles.

Por eso me declaro fan incondicional de la señora y del señor Diehl unos simpáticos teutones afincados en la región de Pfalz que se dedican a producir vinos gentiles y sencillos, con sabores agradables a frutas, que saben a lo que huelen, y que sólo huelen y saben a una cosa: a buen vino alemán.

El que traigo hoy es un monovarietal de una de las uvas para producción de tintos más típicas de Alemania: la uva dornfelder. Es un tinto semidulce, lo que ellos llaman lieblich, que se traduciría en algo así como amable o cariñoso. En este vino casi seguramente habrán usado una de las dos técnicas, si lo han chaptalizado, dado que sólo han alcanzado un 9% de alcohol han dejado azúcares residuales, y si no lo han chaptalizado han usado süßreserve para proporcionar el dulzor final.

Sobre su cata puedo decir que en copa es un vino de cuerpo ligero, de un rojo no excesivamente potente. En nariz huele a frutas, a zumo de uva y está presente el aroma, ligeramente vegetal, de la variedad dornfelder. En boca es un vino ligero, dulce, con una acidez que compensa el dulzor y no lo hace pesado. Muy fácil de beber y con un final muy cortito que pide otro trago.

En resumen un vino asequible en precio, fácil de beber, e ideal para personas que se están introduciendo en el mundo del vino o simplemente para disfrutar de lo bueno que está sin complicarte la vida y sin pensar en tontadas como si lleva o no azúcar y en qué momento se la han añadido.

¿Cómo tomarlo? 


Sobre los 16ºC. Decántalo 20 minutos antes de servirlo porque es un vino al que un poco de oxigenación previa le sienta bien. Bébelo en una copa de tinto normal y corriente.

¿Con qué acompañarlo?


No necesitas acompañarlo de nada, pero irá muy bien para complementar cualquier comida no excesivamente contundente:  comida italiana, cremas y sopas de verduras, una macedonia de frutas ..

¿Dónde comprarlo y cuánto me va a doler al bolsillo?


Cuesta 5,90€ y suele estar disponible online. En España se puede comprar desde Uvinum al mismo precio.

Valoración

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